Realizado por el arquitecto castreño Leonardo Rucabado para la familia de su esposa, y lugar en el que finalmente él mismo fue enterrado.
El simbolismo funerario está presente en este panteón, la representación de la primera y la última letra del alfabeto griego, la alfa y la omega, como alegoría al principio y al fin de la vida; candiles de bronce, para simbolizar el transcurrir de la vida hasta que ésta se apaga; incluso escarabajos ornamentales procedentes de la simbología egipcia; cabezas de águila como las que llevaban los faraones egipcios; cráneos, sarcófagos, gárgolas.
En el cementerio de Ballena construyeron sus eternas moradas familias destacadas de la burguesía castreña y vizcaína, encargando sus proyectos a los arquitectos, sobrestantes, escultores y canteros más destacados de la época: Leonardo Rucabado, Emilio de la Torriente, Eladio Laredo, Severino Achúcarro, José Villamor, Nicanor Lazcano -que puede considerarse como heredero de los famosos canteros transmeranos-, y Helzel (Premio Nacional de Escultura).
Destaca por tanto la variada y excelente arquitectura de sus mausoleos, de excepcional belleza, magistral ejecución y madura lectura con cuidados acabos pétreos y detalles decorativos de bronce: barandillas, esculturas, etc.
Se trata del panteón para “La Familia del Sel” realizado en el más puro estilo modernista, con el que Rucabado entró en contacto en Barcelona y en su visita a Viena en 1908. Con esta obra el arquitecto evocó el revivalismo egipcio, ampliamente difundido en la arquitectura funeraria de finales del siglo XIX y principios del XX.
Realizado en bronce, mármol y piedra caliza de las canteras de Escobedo, presenta un podium de arista curvadas en la parte superior al que acompañan halcones encapuchados en las esquinas y un trabajo en bronce de tintes modernista, de recias formas y exquisito diseño.
El simbolismo funerario está presente en este panteón, la representación de la primera y la última letra del alfabeto griego, la alfa y la omega, como alegoría al principio y al fin de la vida; candiles de bronce, para simbolizar el transcurrir de la vida hasta que ésta se apaga; incluso escarabajos ornamentales procedentes de la simbología egipcia; cabezas de águila como las que llevaban los faraones egipcios; cráneos, sarcófagos, gárgolas.
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